sábado, 27 de noviembre de 2010

Todo termina haciéndose realidad.

Su sueño. Su sueño eras tú. Su sueño era simple, trataba sobre un chico que se enamoraba de una chica y como en todos los finales de disney, todo salía bien y terminaban juntos. Pero no se hizo realidad, o al menos de esa manera. Al principio ella era una persona más de las que tú veías a diario. No significaba nada importante para tí, la saludabas, a veces ni eso, comentabas algo en clase con ella, y punto, no había nada más que eso. Además tú tenías a alguien en la cabeza, y ella lo sabía, porque se juntaban a veces. Tú tonteabas mucho con esa chica en clase, y a ella le sentaba mal. Hasta que un día alguien le dijo que te gustaba un poco y con eso le bastó para ir a por todas, aunque su amiga no para de decirle lo bien que estaban y ella como una imbécil se lo creyó, y perdió mucho tiempo dándole vueltas a la cabeza. Pero al final, tú te diste cuenta de que aquella chica no valía nada, que era una más y que a ti quien te importaba de verdad era ella. La empezaste a hablar, a tontear un poco, aunque en realidad cuando os veíais estabais muy cortados. Y así hasta ahora. No se ha hecho realidad su sueño, pero cada día que os habláis, cada día que os sonreís, está un paso más cerca de conseguirlo.
Ella te quiere, te quiere mucho.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Siempre.

Y es que son lo más valioso que tengo. Porque, aun estando a kilómetros de distancia, están ahí, están ahí siempre. Y cada vez que miro a tras, las veo. Cada vez que recuerdo un cumpleaños, una celebracion importante o simplemente una tarde cualquiera, en el parque de siempre, en el banco de siempre, con las chuches de la tienda de siempre, recuerdo que estaban allí, que en cada momento en el que se ha dibujado una sonrisa en mi cara, estaban ellas. Y que cada vez que he estado triste o que no era capaz de sonreír por mi misma, también estaban ellas allí. Que os quiero muchísimo, y que pase lo que pase siempre, siempre significará lo mismo. 

Y es que no quieres dormir.

Mañana. Mañana tienes que hace muchas cosas. Mañana tienes que llevar los trajes al tinte, hacer la casa, ocuparte del trabajo, de hacer la compra, y de miles de cosas más que no te caben en la agenda.. En cambio hoy, es uno de tus mejores días. No trabajas, todo está bajo control. Estás sentada en el sofá, mirando a la televisión sin ver nada, echa un ovillo con esa vieja manta de lana, que siempre quieres tirar y usar la nueva que es mas bonita, pero siempre te acabas arrepintiendo, porque esa manta es la que siempre te a abrigado en los momentos difíciles y te cuesta desprenderte de ella, así que después de tantos años hoy, sigues estando tapada con ella. Estás rodeada de todos los cojines de la casa, sin excepción. Un bol lleno de palomitas con miel, como a ti te gustan, y un vaso con zumo de naranja es lo único que ocupa tu mesa, la que normalmente estaría llena de papeles y bolígrafos. Tienes una pinta horrible, despeinada, con el pijama, y unos calcetines llenos de bolas como único accesorio. Pero, ¿y qué? estás más a gusto que en mucho tiempo. Tu día libre.. Sí libras todos los fines de semana, pero siempre tienes que terminar algo, o hacer algún recado o tienes compromisos... hoy no. Hoy es un día para ti. Y podrías aprovecharlo para dormir.. pero si duermes cuando te despiertes ya se habrá pasado tu día especial. Y tendrás que hacer muchas cosas, ya será mañana y eso no lo quieres, no lo quieres bajo ningún concepto. Así que aun muriéndote del sueño, te quedas despierta, apagas la tele, apagas todas las luces y enciendes el equipo de música, te incorporas y te pones bailar, con tu manta y tus calcetines. Sí, a bailar. A media noche decides parar, decides que ya está bien, que debes irte a dormir porque va a ser un día duro, así que apagas la música y te acuestas, cierras los ojos y en menos de dos minutos ya estas dormida. Cuando suena el despertador tus ojos son incapaces de abrirse, pero tienen que hacerlo, tienes que hacerlo. Te despiertas y.. ¡comienza tu día! Es tu cumpleaños, sí es tu cumpleaños y aun así tu mejor día ha sido el que has pasado en tu casa sola y a oscuras bailando, y con la única compañía de una vieja manta, tu vieja manta.

Y es que nuestros días más felices no son los que están programados, son los días en los que la cosa más simple es capaz de hacernos felices.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Esa estúpida rutina de todos los días..

Es triste, es triste despertarte una mañana con esa horrible canción de la alarma del móvil y ver qué está lloviendo, que a penas son las 8 de la mañana y que tienes que salir a la calle. Muy a tu pesar sales de la cama, te pones tus zapatillas de andar por casa, y vas a la cocina. Abres la nevera, te congelas, y sacas la leche lo más rápido posible llenas un vaso, y lo pones a calentar. No tienes tiempo para cereales, así que te tomas rápido la leche y vas corriendo a  vestirte. Coges lo primero que pillas, llegas tarde, vas al baño te peinas y justo cuando vas a salir por la puerta.. ¡Los zapatos! Aun llevas las viejas zapatillas de estar por casa. Sigues llegando tarde, te metes en el coche, hay atasco, ya son las 8 y hay mucho ruido. Los coches pitan, la gente grita, corre.. Tú no puedes más, es lo que haces todos los días y ya estas cansada. El primer desvío que veas lo vas a coger, vas a poner rumbo hacia el lugar más lejano que encuentres, hasta que te quedes sin gasolina, o sin ganas de conducir.
Por fin llegas, por fin has llegado a dónde no querías ir. En el trabajo te esperan, pero eso da igual. Estas parada en un cruce de caminos, sin ninguna señal y con muchos árboles. Sales del coche, respiras profundamente, sientes el aire fresco en tu cara, y entonces en medio del silencio oyes un ruido, un ruido muy familiar, sí. Son las 7 y media de la mañana y tu día acaba de empezar. Tu sueño de esta noche ha estado bien, pero sabes que no no lo harás, sabes que calentarás tu vaso de leche e irás al trabajo, lo sabes, no pienses en ello, no tienes tiempo. Llegas tarde.

Una mañana cualquiera de invierno.

Una mañana de invierno. En frente de la televisión, no echan nada. Es domingo y lo más que hay son noticias deprimentes y lo que necesitas es algo alegre. Se te ocurre mirar por la ventana, y ¿qué ves? ¡está nevando!

Sí, para muchos que una mañana sea fría y que nieve, puede ser muy triste. Pero para mi no, para mi es la cosa más bonita del mundo. Ver como ligeros copos de nieve caen al suelo y cuajan, es genial. Es simplemente increíble. Y luego bajas con tus guantes de lana y tu abrigo abrochado hasta las orejas, porque si no te hielas del frío, y la tocas, haces un muñeco de nieve pequeño, y luego vuelves a subir a casa y lo observas. Te ha quedado horrible, pero da igual. Porque ha nevado. Sí, me encanta la nieve y el invierno. Esa temporada fría en la que ves a todo el mundo con bufanda y con la nariz roja, y todos con nuestros abrigos y guantes. No hay nada más gracioso y entrañable, que salir a pasear y que todos, absolutamente todos vayamos igual. Y ¿quién no ha deseado que nevase aunque solo sea para no ir a clase? De una u otra forma a todos nos ha gustado la nieve alguna vez. 

Baila conmigo, baila toda la noche.

Bailar. Ejecutar movimientos acompasados con el cuerpo, brazos y pies. Esa es la definición que todos podemos encontrar en el diccionario, pero ¿qué significa realmente?. Significa libertad, significa poder perder el control y dejar de hacer lo que todo el mundo espera que hagas a cada momento. Significa ser libre durante unos momentos y despejar la mente de todos nuestros problemas y llenarla solo de la melodía. Y que nuestra única preocupación sea la de seguir el ritmo. Para mí eso es bailar. Pero si bailo contigo.. todo esto cambia. Ya no significa perder el control, no, significa tener todo controlado, estar segura, tranquila, calmada. Significa ocupar la mente tan solo con tu mirada, con la sensación que produce tu mano en mi cintura, y con el deseo de que al final de la canción tus labios choquen con los míos y que recordemos ese instante durante toda la vida. Sí, diferentes significados le podemos dar a la palabra bailar, todo depende de con quién, o de dónde lo hagamos (8).

Tú, y tu absurda perfección.

Estoy cansada de tu sonrisa perfecta, de que tengas siempre las palabras adecuadas para cada momento. Cansada de que siempre estés pendiente de todo el mundo, de que todos estén bien, menos de mí. No se a que juegas, no se si es que no te importo o que verdaderamente te importo demasiado como para verme y no poder besarme. Lo único que sé es que no tengo ni idea de lo que pasa por tu mente. ¡Ah! También se otra cosa. Que lo que he dicho es mentira. Me encanta tu sonrisa, y tu maravillosa capacidad de ser tan buena persona. Porque por eso, por eso me enamoré de tí y por eso aun no he sido capaz de olvidarte. Aunque si te soy sincera, no quiero hacerlo. Sí, vale, probablemente no seas más que un sueño que nunca va a hacerse realidad, pero un sueño precioso al fin y al cabo. Y ¿quién quiere despertarse de su mejor sueño? Nadie.
Y es que una vez me dijeron que nunca, bajo ningún concepto dejase de soñar, y eso es lo que hago, soñar.




Siempre serás, el más dulce de todos mis sueños.

Que.. ¡TE QUIERO!

No me digas nada. Simplemente, abrázame. Abrázame con todas tus fuerzas.
No me sueltes, apriétame contra tu pecho hasta que pueda escuchar los latidos de tu corazón. Me siento bien, sigue así toda la noche por favor. Hoy ha sido un día horrible y eso es lo único en el mundo que en este momento puede hacerme sentir bien. Estoy bien, a gusto y tranquila. Como nunca me había sentido y entonces... Me despierto. Tu no estas, todo ha sido un sueño, el más dulce de todos los sueños. Por un momento, esta imbécil pensó que era verdad. 
Te quiero mucho, te quiero con las mismas fuerzas con las que en ese sueño me abrazaste.