Por fin llegas, por fin has llegado a dónde no querías ir. En el trabajo te esperan, pero eso da igual. Estas parada en un cruce de caminos, sin ninguna señal y con muchos árboles. Sales del coche, respiras profundamente, sientes el aire fresco en tu cara, y entonces en medio del silencio oyes un ruido, un ruido muy familiar, sí. Son las 7 y media de la mañana y tu día acaba de empezar. Tu sueño de esta noche ha estado bien, pero sabes que no no lo harás, sabes que calentarás tu vaso de leche e irás al trabajo, lo sabes, no pienses en ello, no tienes tiempo. Llegas tarde.
domingo, 21 de noviembre de 2010
Esa estúpida rutina de todos los días..
Es triste, es triste despertarte una mañana con esa horrible canción de la alarma del móvil y ver qué está lloviendo, que a penas son las 8 de la mañana y que tienes que salir a la calle. Muy a tu pesar sales de la cama, te pones tus zapatillas de andar por casa, y vas a la cocina. Abres la nevera, te congelas, y sacas la leche lo más rápido posible llenas un vaso, y lo pones a calentar. No tienes tiempo para cereales, así que te tomas rápido la leche y vas corriendo a vestirte. Coges lo primero que pillas, llegas tarde, vas al baño te peinas y justo cuando vas a salir por la puerta.. ¡Los zapatos! Aun llevas las viejas zapatillas de estar por casa. Sigues llegando tarde, te metes en el coche, hay atasco, ya son las 8 y hay mucho ruido. Los coches pitan, la gente grita, corre.. Tú no puedes más, es lo que haces todos los días y ya estas cansada. El primer desvío que veas lo vas a coger, vas a poner rumbo hacia el lugar más lejano que encuentres, hasta que te quedes sin gasolina, o sin ganas de conducir.
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