lunes, 22 de noviembre de 2010

Y es que no quieres dormir.

Mañana. Mañana tienes que hace muchas cosas. Mañana tienes que llevar los trajes al tinte, hacer la casa, ocuparte del trabajo, de hacer la compra, y de miles de cosas más que no te caben en la agenda.. En cambio hoy, es uno de tus mejores días. No trabajas, todo está bajo control. Estás sentada en el sofá, mirando a la televisión sin ver nada, echa un ovillo con esa vieja manta de lana, que siempre quieres tirar y usar la nueva que es mas bonita, pero siempre te acabas arrepintiendo, porque esa manta es la que siempre te a abrigado en los momentos difíciles y te cuesta desprenderte de ella, así que después de tantos años hoy, sigues estando tapada con ella. Estás rodeada de todos los cojines de la casa, sin excepción. Un bol lleno de palomitas con miel, como a ti te gustan, y un vaso con zumo de naranja es lo único que ocupa tu mesa, la que normalmente estaría llena de papeles y bolígrafos. Tienes una pinta horrible, despeinada, con el pijama, y unos calcetines llenos de bolas como único accesorio. Pero, ¿y qué? estás más a gusto que en mucho tiempo. Tu día libre.. Sí libras todos los fines de semana, pero siempre tienes que terminar algo, o hacer algún recado o tienes compromisos... hoy no. Hoy es un día para ti. Y podrías aprovecharlo para dormir.. pero si duermes cuando te despiertes ya se habrá pasado tu día especial. Y tendrás que hacer muchas cosas, ya será mañana y eso no lo quieres, no lo quieres bajo ningún concepto. Así que aun muriéndote del sueño, te quedas despierta, apagas la tele, apagas todas las luces y enciendes el equipo de música, te incorporas y te pones bailar, con tu manta y tus calcetines. Sí, a bailar. A media noche decides parar, decides que ya está bien, que debes irte a dormir porque va a ser un día duro, así que apagas la música y te acuestas, cierras los ojos y en menos de dos minutos ya estas dormida. Cuando suena el despertador tus ojos son incapaces de abrirse, pero tienen que hacerlo, tienes que hacerlo. Te despiertas y.. ¡comienza tu día! Es tu cumpleaños, sí es tu cumpleaños y aun así tu mejor día ha sido el que has pasado en tu casa sola y a oscuras bailando, y con la única compañía de una vieja manta, tu vieja manta.

Y es que nuestros días más felices no son los que están programados, son los días en los que la cosa más simple es capaz de hacernos felices.

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